Uno de los mejores críticos de ensayo de España, Carmelo López-Arias ha publicado la siguiente crítica sobre mi libro "Para enterrar el nacionalismo" (Editorial Rambla).
UN RAYO DE ESPERANZA
De Diego le quita al nacionalismo su subvencionada máscara victimista
Carmelo López-Arias
El autor de "El manifiesto de las clases medias" persevera en su defensa: en esta ocasión, de los vascos, catalanes y gallegos víctimas del virus totalitario implantado en sus comunidades.
19 de diciembre de 2008
LA IZQUIERDA CAVIAR
Los 20.000 euros empleados por el presidente del Parlamento catalán, Ernest Benach, en acondicionar su coche oficial son el último episodio chusco de utilización del dinero público por parte de los nacionalistas.
MUERTO Y BIEN MUERTO
Enrique de Diego. Para enterrar el nacionalismo. Rambla. Madrid, 2008. 138 pp. 8,90 €
ARTÍCULOS RELACIONADOS
Si comenzamos diciendo que Enrique de Diego nos invita en su último libro a ser misericordiosos con los nacionalistas, alguien pensará que hablamos de "otro" Enrique de Diego. Pero no. Es que si repasamos las obras de misericordia, recordaremos que hay una que nos insta a "dar sepultura a los muertos". Y el problema es que el nacionalismo es un cadáver desde el desembarco de Normandía, sostiene, y ya "hiede": "Su putrefacción sólo puede generar pandemias". Así que mejor haríamos organizando su entierro, en vez dejarlo "deambular por el escenario como un zombi, no haciendo otra cosa que crear problemas".Si un pueblo puede atestiguarlo, es el español, que tiene en los partidos nacionalistas, y en el omnímodo poder que atesoran allí donde gobiernan, su principal problema. Y de tintes dramáticos incluso si prescindiésemos de su manifestación terrorista. En comunidades como el País Vasco, Cataluña o Galicia son víctimas incluso quienes les votan. Diego denuncia que las clases medias periféricas que apostaron por el nacionalismo han caído en su propia trampa: en vez de ser víctimas de la depredación de la izquierda marxista –otro cadáver-, lo son de la "ensoñación identitaria". O incluso de ambas a la vez, pues "la izquierda expoliadora se ha apropiado del nacionalismo".Con su claridad habitual, Diego aborda en estas páginas los orígenes filosóficos del totalitarismo: Johann Gottlieb Fichte y Georg Wilhelm Friedrich Hegel. Ellos concibieron la sociedad como un todo del que el individuo es sólo una parte con sus fines subordinados en sí mismos a los de la comunidad. Y consideraron la comunidad sublimada en su forma política, el Estado, cuya evolución en el tiempo conforme a supuestas leyes históricas justifica el dominio absoluto sobre la vida privada de sus súbditos.Este esquema teórico subyace en el comportamiento de las castas dominantes nacionalistas, aunque evidentemente sin la finura intelectual de sus creadores. Más bien con el color del dinero. Para enterrar el nacionalismo expone cómo la utilización del presupuesto público por PNV, CiU, PSC u ERC obedece sistemáticamente a criterios de subvención, coacción y endeudamiento: "El sentimiento que identifica al nacionalismo es extorsionar a los otros y someterlos a su dominio", y coincide con el socialismo en la mentalidad colectivista. Creen conocer el futuro conforme a la ley de la historia, y se creen llamados fanáticamente a conducir a los súbditos hacia él, generando demandas inexistentes (con un victimismo que cada vez cuela menos) o creando grupos paniaguados en el mundo de la cultura que preparen el terreno ante una manipulada opinión pública, obligada a pagar su propia extinción.El continuado llamamiento de Diego a las clases medias, a los mileuristas, para que reaccionen frente a la casta parasitaria y la quiebra del Estado del Bienestar, se presenta pues en este nuevo trabajo con un enfoque muy crítico hacia la realidad práctica de nuestro sistema autonómico, carcomido por el nacionalismo. Que es un cadáver ideológico parece indudable. Que debe ser enterrado, también. Y desde luego con este texto le han caído unos cuantos palazos de tierra a la fosa.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario