Reproduzo un extracto del primer capítulo de mi libro “Casta parasitaria, la transición como desastre nacional” (Editorial Rambla). En este extracto se muestra como el PSOE está pasando de clase política a casta, a aristocracia política hereditaria:
El PSOE es quien ha avanzando más por esa senda inquietante y reaccionaria y quien, además, lo ha mostrado a la desarmada opinión pública con marcada entonación de ejemplaridad. El desfonde hacia la casta -exige pureza de sangre y genes partidarios, implica selección eugenésica y tiende a convertir la política en club selecto y excluyente- es muy notorio en Leire Pajín Iraola, rutilante secretaria de organización, número tres del PSOE, y en la ministra de igualdad, Bibiana Aido Almagro.
Ambas han sido presentadas como apuestas presidenciales por una nueva raza de políticos. Se han vendido a la sociedad –en la tendencia al márketing de bajos vuelos que se enseñorea de la escena y a la que Zapatero tiene una afición tan insustancial como compulsiva- como personas hechas a sí mismas, representantes destacadas de su generación.
Incluso ellas mismas parecen haber interiorizado el mensaje. La joven ministra Bibiana Aido se ha definido como una luchadora y una persona tenaz. En realidad, se trata de dos pésimos ejemplos de degradación partidaria. En un rasgo de sinceridad, Leire Pajín declaró, en una entrevista radiofónica, que había “mamado la política en casa”.
Antes de desentrañar los curriculums de los supuestos modelos de la juventud española, y en realidad del paso de clase a casta política que se ha iniciado, es preciso reconocer que resulta normal que los hijos de políticos sientan un mayor interés por la política, como muchos hijos de médicos, de abogados, de electricistas, de agricultores o de cualquier otra profesión, siguen los pasos de sus progenitores.
Obviemos, por un momento, que la política no puede ser una profesión, pues la democracia implica el rito electoral en tiempos tasados y la aversión, por ende, a lo vitalicio. En las democracias, por esa lógica de mimetismo familiar, puesto que los hijos no están privados de derechos para seguir los pasos de sus padres, existen sagas. Dos muy notorias en los Estados Unidos son las de los Bush, que ha dado dos presidentes, y la de los Kennedy, que pudo haberlos dado. Pero en esas sagas, quienes asumen el relevo han tenido una intensa actividad en la empresa privada antes de optar a los cargos públicos, amén de la oportuna medida legislativa de limitar a dos los mandatos presidenciales. Los Nehru, en la India, o los Buto, en Pakistán, son otras notorias sagas políticas.
Leire y Bibiana, vidas paralelas
En los dos pésimos ejemplos, frente a la ingenua pretensión presidencial de modelos a imitar, estamos ante la endogamia llevada al extremo: vidas y carreras desarrolladas prácticamente en exclusiva dentro del ámbito partidario. Han ‘mamado’ la política en casa y no han conocido otros ambientes profesionales que los de las luchas internas del partido, las influencias y el poder de las ‘familias’ y los cargos públicos. Lejos de ser personas que se han hecho a sí mismas, podría decirse que nacieron predestinadas para la nómina pública. Ambas forman parte de una aristocracia partidario-burocrática.
Lo peor que se puede decir de Leire Pajín es la descripción hecha por un compañero de la Facultad de Sociología de la Universidad de Alicante. “tiene una dilatada experiencia política”. Tener una dilatada experiencia política a los 32 años es un récord, una peculiaridad española, un mal de nuestra democracia, una degeneración en casta.
Leire Pajín es hija de José María Pajín, exsecretario general del PSOE de Benidorm, exconcejal y asesor de la Subdelegación del Gobierno en Alicante, cabeza de uno de los clanes del deteriorado partido socialista en Alicante. Su madre ha sido también funcionaria del partido. Así que Leire, nacida en San Sebastián el 16 de septiembre de 1976, se afilió pronto a las juventudes socialistas y mientras cursaba la Licenciatura en Sociología militó y presidió en la asociación socialista Campus Jove y fue miembro, entre 1995 y 1999, del Claustro y de la Junta de Facultad de Económicas y Sociología de la Universidad de Alicante, uno de esos reductos, como tantas otras universidades españolas, donde se diría que Muro de Berlín aún no ha caído.
En su etapa universitaria, de todas formas, se la recuerda con un perfil más bajo que otro joven socialista, diputado en la actualidad, Erick Campos, al que profesa uno de esos enconados odios que sólo se dan entre miembros del mismo partido.
La primera vez que destacó en política la actual número tres del PSOE fue en las primarias convocadas por Joaquín Almunia. Leire Pajín apostó por el que, a la postre, resultaría ganador. Josep Borrell. La dimisión ulterior del político catalán hizo que sus seguidores, como Leire, terminaran recalando entre los apoyos a la ‘nueva vía’ de José Luis Rodríguez Zapatero.
Las crisis que, en aquellos tiempos, pasó el partido socialista, muy intensas en el PSOE de la Comunidad Valenciana, y de las que aún no ha salido, pues nada encrespa más el debate en los partidos-empresa actuales que perder el poder (autonómico, en este caso) llevó a la creación de una gestora y a la necesidad de pactos internos entre las familias y grupos de poder que permitieran la elaboración de las listas. El socialismo de Benidorm “colocó” a Leire Pajín. Fue clave la influencia de su padre y el respaldo de Ciprià Ciscar, entonces secretario de organización del PSOE. Con 23 años, nada más salir de la Universidad con la licenciatura en Sociología, accedió a su primer puesto público: diputada (la más joven) en el Congreso.
Desde ahí comenzó su exitosa carrera política: secretaria de de relaciones con las OPNGs y Movimientos Sociales, en el 35 Congreso, celebrado en julio de 2000, secretaria de Estado de Cooperación Internacional, nombrada el 19 de abril de 2004, y el último ascenso en la jerarquía partidaria, secretaria de organización en el 36 Congreso, en julio de 2008.
Leire Pajín y Bibiana Aido son vidas paralelas. Nacidas con un puesto bajo el brazo. La de la ministra de igualdad resulta aún más significativa, pues a su pertenencia a una casta se une la pulsión de dominio inherente a las aristocracias: su execrable Ministerio, prototalitario, esconde una voluntad declarada de intervención en el interior de las empresas y en los hogares. Basta leer el programa electoral del partido socialista para percibir ensoñaciones estalinistas en nombre de la ideología de género, que Zapatero ha elegido como sublimación de su mediocridad, como proyecto holístico (de objetivo finalista) e historicista de cambio social.
El perfectamente prescindible Ministerio tendría como finalidad la coordinación de un entramado de comisarios políticos –instalados en la Inspección de Trabajo: los socialistas tienden por instinto a aumentar la nómina de funcionarios ‘suyos’- expandidos por las diversas instancias de la Administración, con amplia capacidad de control sobre las empresas, incluidos los consejos de Administración, así como la imposición de censores en los medios de comunicación estatales –esos cuyos déficit pagan las expoliadas clases medias- y los privados, para velar por el contenido de las informaciones, para expurgarlas de cualquier atisbo de los nuevos pecados ‘progres’.
Además contempla la elaboración, respecto al interior de los hogares, de un programa de reparto de los tiempos y el impulso de ‘buenas prácticas’, concepto genérico que daría pie a cualquier intromisión. Es posible –no sería lo peor- que todo quede en el despilfarro de dinero público en las consabidas campañas de concienciación.
Bibiana Aido no es la fundadora de Apel o de Microsoft. No ha montado un imperio desde el garaje de su casa. Es la hija del alcalde de Alcalá de los Gazules, cabeza del ‘clan de los Gazules’, Francisco Aido, uno de los más peso e influencia en el socialismo andaluz. El padre de la ministra es uno de los catorce asesores socialistas de la Diputación Provincial de Cádiz. En agosto de 2008, en plena crisis económica, gozó de una subida de sueldo de 3.100 euros. En calidad de director de gabinete cobra 65.000 euros al año.
Su hija, Bibiana, nacida en la mencionada localidad de Alcalá de los Gazules, el 2 de febrero de 1977, ingresó a los dieciséis años en las Juventudes Socialistas. Es licenciada en Dirección y Administración de Empresas por la Universidad de Cádiz y, por convenio de doble titulación, en International Business Administration por la poco prestigiosa Universidad de Northumbria en Newcastele (Reino Unido). Después de prácticas en Unicaja y Caja San Fernando (las cajas, por lo claro, son aparatos políticos), pasó a ser, el año 2003, Delegada provincial de la Consejería de Cultura de la Junta andaluz en Cádiz. En el 2006, fue nombrada Directora de la Agencia Andaluza para el Desarrollo del Flamenco. Que exista un organismo de ese tipo indica el nivel de despilfarro autonómico, una de las causas inequívocas de la crisis económica, pues los pesebres han crecido como hongos en otoño, ya la aristocracia partidaria en trance de consolidación precisa de predios cada vez más amplios donde colocarse y hacer su rodaje de palmeros. Bibiana tiene su estilo propio. Para la sede de su Ministerio pidió de la Comisión Nacional de Telecomunicaciones –vacía desde su traslado a Barcelona- en la calle Alcalá, y donde cuenta con su propio espacio para la meditación. Se trata de un jardín de estilo Zen, creado según unas directrices especiales, para relajarse sin distracción y en armonía con el entorno. Los ciudadanos no pueden permitirse tales cursiladas. Basta tienen con pagar impuestos para que la ministra pueda relajarse a costa de todos.
Frente a la propaganda gubernamental, ni lo más mínimo sugiere en las trayectorias de Leire Pajín y Bibiana Aido nada parecido a la tenacidad o la lucha –fuera de la partidaria. Más bien se diría que la vida les ha sido fácil, en contraste con el resto de su generación que ha de abrirse paso en ese mal vivir al día del mileurismo. Son hijas de..., nacidas con un puesto bajo el brazo, que han ‘mamado’ la política en casa, beneficiarias de influencias familiares, herederas de casa bien... política.
En la treintena están ya en la cima y lo mejor y lo peor que se puede decir de ellas es que tienen una dilatada experiencia política: de la cuna al cargo público.
He ahí los pésimos ejemplos que ofrece José Luis Rodríguez Zapatero, quintaesencia del político profesional. Su curriculum indica unas clases de Derecho Político como profesor asociado en la Facultad de Derecho de la Universidad de León y su inmediata entrada en la política. Durante todo el felipismo, Zapatero perteneció a ese tercio del grupo parlamentario que se espera que no moleste y no se ausente en las votaciones.
Accedió a la secretaría general en el 35 Congreso, el 22 de julio de 2000, por 414 votos (el 41,69%) frente a José Bono, que obtuvo 405 (el 40,799, sin que sus doce años previos de diputado dejaran constancia de intervenciones destacadas. El mundo de Zapatero se había reducido a los congresos del partido y al café de las Cortes. La anécdota de desconocer el precio real del café y situarlo en el subvencionado de la Carrera de San Jerónimo es, en cuanto categoría, pista de una de las perversiones del político profesional: el desconocimiento de la realidad fuera de los muros de su mundo endogámico.
El instinto de supervivencia del político profesional
Volveré más adelante sobre el error Zapatero, aunque ya adelanto que es más el efecto que la causa de nuestros males, aunque siempre se muestra voluntarioso para agravarlos. Ahora toca reseñar algunas de las características perversas de ese azote de las democracias que es el biotipo del político profesional.
La profesionalización de la política hace que se desarrolle sobremanera el instinto de supervivencia. No es baladí insistir en que resulta contra natura democrática la tendencia vitalicia que la dedicación a la res publica. Es preciso, dada la lógica perversa y aplastante de las listas cerradas y bloqueadas, potenciar ciertas maneras de adulación y servilismo; anular, en todo lo posible, el espíritu crítico.
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