jueves, 2 de octubre de 2008

El totalitario Bush y el fin del mundo

Cuando escribí ‘El manifiesto de las clases medias’ percibí que la expoliación de las clases medias se había intensificado, que no se habían extraído las lecciones de la caída del Muro de Berlín y el intervencionismo se mantenía y se expandía, pervirtiendo a la democracia, que hoy está siendo puesta en peligro muy serio por sus mismos dirigentes. Veía avanzar los cuatro jinetes del Apocalipsis intervencionista de manera acelerada en la vieja y decrépita Europa, en plena crisis de valores morales, pero mantenía la esperanza de que Estados Unidos quedara inmune a la pandemia, porque, en otro caso, las posibilidades de supervivencia de la civilización occidental serían escasas. Aún he mantenido esa esperanza en mi libro ‘Crisis planetaria, la quiebra del Estado de bienestar’, que no ha sido defraudada por los ciudadanos pero sí por los dirigentes.
Se ha referido Bush en términos apocalípticos a su plan, en término de que o se pone en marcha o vendrá el caos, cuando es justo lo contrario: Bush, Paulson y Bernanke están convocando al caos y a Armagedon. Nos toca a los ciudadanos movilizarnos para defender una civilización que se tambalea sin resortes morales.
Ninguna enfermedad se cura con mayores dosis del mal. El intervencionismo es una grave enfermedad, letal para las sociedades abiertas, que crea adicción.
Expoliar a los contribuyentes es manifiestamente injusto y, por supuesto, contrario a la democracia, que se basa en la limitación del poder y no en su expansión.
La crisis de las subprime es fruto de un conjunto de desaforadas intervenciones del poder político. Desde la Ley de Carter que imponía la discriminación positiva en los créditos; línea incrementada por Clinton y que Bush no ha corregido. El racismo subyacente a lo políticamente correcto, con su nefasta ruptura del principio de igualdad de todos ante la Ley, introdujo presión en el sistema financiero. Los créditos se dispararon animados, además, por la política de dinero barato y por los mensajes codiciosos de que el Estado intervendría en última instancia; entre otras cosas, porque ya tenía aseguradoras intervencionistas. Todo el mundo ha funcionado con expectativas racionales, menos los indefensos contribuyentes.
Si el plan Bush sale definitivamente adelante, cabe vaticinar la decadencia de Estados Unidos y una mucho más intensa crisis planetaria de lo que ya es. No se preserva el sistema financiero expoliando a los contribuyentes, porque ello les empobrece, contrae el consumo e incremento el paro. Impide el ahorro y, por tanto, la afluencia de liquidez a los bancos. Resulta inquietante el desconocimiento en las élites de las normas básicas del funcionamiento del sistema de economía de mercado y aún de la condición humana.
Estados Unidos está entrando por la vía del suicidio colectivo, y lo está haciendo en medio de la presión brutal de la Casa Blanca y de las oligarquías partidarias. Los principios que se están barajando legitimarían la nacionalización de la banca. Bush, Paulson, Bernanke y quienes les apoyan están actuando con irresponsabilidad histórica, como populistas totalitarios, como chavistas y como estalinistas. Estados Unidos está a punto de entrar por la vía de la expoliación de las clases medias que he descrito y denunciado en ‘El manifiesto de las clases medias’. Ya no va a ser un libro sólo para europeos, también para norteamericanos.
Con el intervencionismo no se podrán sostener los actuales niveles de población. Aumentará el hambre y aparecerá en las naciones occidentales que lo habían erradicado. Eso augura futuros conflictos. Las generaciones futuras se sorprenderán de la frivolidad con la que se actuó, como esos que dicen ser favorables al mercado y a la libertad económica, para de inmediato añadir que ahora es imprescindible intervenir. Resulta descorazonador ver esta degeneración moral en la cumbre de la mayor potencia a favor de la libertad que ha dado el devenir humano.
Ya se habla en muchos foros del fin del capitalismo, cuando la libertad no tiene otra alternativa que la miseria y la servidumbre, y pronto se hablará del fin de la democracia.
El mundo lo que precisa es responsabilidad personal en estos momentos críticos de confusión.
El mundo lo que precisa es una nueva liberalización para salir del tardocomunismo en el que está sumido Europa y en el que está a punto de despeñarse Estados Unidos.
Nunca tantos –todo el planeta- habían dependido de tan pocos –los congresistas de Estados Unidos-.

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