miércoles, 12 de noviembre de 2008

Sobre la votación en torno a la concentración del 23 de noviembre

En primer lugar, agradecer a Javier Benegas que haya tenido la feliz ocurrencia de abrir la votación sobre la concentración del 23 de noviembre, a las 12 horas, en la Plaza Mayor. No es que den tranquilidad, es que emocionan los resultados.
Cuando escribo este comentario, 110 personas dicen que irán y 100 que lo harán acompañados. Una sencilla suma da la cifra de en torno a trescientas personas que sería un éxito impresionante.
Desde luego, mucho más allá de las primeras expectativas que, se crea o no, eran de un grupito de personas, de esos que se cuentan con los dedos de una o de las dos manos.
Hay todavía mucha gente que no se hace idea de a qué nos enfrentamos, y que no irá porque espera que otros abramos brecha. No pasa nada. No se lo vamos a afear. No todos han de tener el coraje de los primeros.
La concentración está siendo ya un salto de activismo. Vamos a ser un grupo de activistas, llenos de fuerza. Unos a otros nos vamos a dar fuerza.
Es lógico pensar que irá más gente de la que ha votado, porque quedan días, y cada uno puede hacer mucho para difundir la convocatoria. Me gustaría elogiar a Alberto Pertejo, que lo ha enviado a toda su lista de correos y que se está moviendo por todas partes, como el gran emprendedor que es. Hoy he almorzado con dos amigos y uno me ha dicho que irá con su familia. El otro, lástima, estará de viaje, pero está de acuerdo con los fines de la concentración.
Este comentario no tiene otra finalidad que mostrar mi entusiasmo por los datos de la encuesta. Ya irán millones cuando los convoquemos para revertir la situación y regenerar la democracia, pero los principios son los que más cuestan, y están yendo bien. Ánimo. No cejar.

2 comentarios:

paganini dijo...

yo voy a ir a la concentración desde Zaragoza, espero que me acompañe alguna de mis hijas (mi marido no puede).
Estoy de acuerdo con el lema "con mi dinero no", ya que estamos hartos de pagar impuestos y que los políticos derrochen el dinero a manos llenas porque "el dinero público no es de nadie" como dijo la ministra y ahí sigue...

Manuel Cárdenas Vivar dijo...

MENSAJE DE INTERES GENERAL


La propaganda mediática gran descubrimiento de los Fascismos y perfectamente reconducida por las modernas democracias para mantener cierta cohesión social en el marco de una sociedad piramidal, puede y parece que lo consigue, crear ese estado de opinión que, en nuestro caso, en nuestro país España, hace que se mantengan estructuras de poder corruptas que empobrecen al país perjudicando al más débil, al trabajador y también al empresario honesto, beneficiando a los sinvergüenzas y es por ello que la mayoría que formamos el colectivo casi mayoritario de la sociedad que no votamos pedimos que se analice, desde las tribunas y foros que pueden y están dirigiendo la formación de voluntades, la realidad, realidad que, sino se pone remedio arroja la siguiente ecuación,


CORRUPCION=TERRORISMO


CON LA CORRUPCION SE APROPIAN UNOS POCOS DEL 30% DE LA RIQUEZA DEL PAÍS.

Porqué lanzo este mensaje, porque lo que subyace en mi reflexión tiene mucho que ver con la confianza o no en la clase política. Con confianza, las decisiones de ésta son bien recibidas, sin ella, generan recelo. Pero cuál es la realidad, la realidad es, por lo que se ve y se oye en debates y coloquios -tanto en los parlamentos como en los medios- vergüenza e indignación, porque de estos foros nace la sensación de que en ellos lo que se postula son intereses particulares y partidistas.

No se aprecia ningún interés por lo que obliga el honor, honor que para el político y el comentarista -creador de opinión- debería representar perseguir y acabar con la corrupción, el peor de los terrorismos –cohecho, prevaricación, tres veces mas de funcionarios, sindicalistas liberados, subvenciones creadoras de clientelismo, Etc. Etc. Etc.-.

Contra esta plaga, la peor que pueda caer sobre una sociedad, es contra lo que hay que luchar primero y es así como el político y el comentarista de la cosa pública predicaría con el ejemplo.

Mientras no se erradique la corrupción, o se pongan los medios para erradicarla promulgando leyes penales ejemplarizantes –no son ejemplares penas de privación de libertad de 2, 4 ó 6 años de las que no se cumplen ni 2 años resultando barato enriquecerse con cargo al erario público- que es lo que demanda la sociedad civil, ningún crédito moral merece el poder político y seguiremos rechazándolo considerando a esos políticos, la peste de nuestra sociedad, por lo que todo lo que propongan, expongan o digan nos parecerá demagógico.

He que si se pregunta a algún político si es honrado nos responderá, hasta ofendido, que sus actos se dirigen a procurar el bien de la sociedad y que una conducta reprochable no cabe en una actividad honorable como sin duda lo es o debería ser la del político. Indudablemente que así reaccionarían todos ellos. Entonces habría que preguntarse porque son tan reacios a proponer penas de privación de libertad de hasta 40 años que sin duda supondría el ejemplo que derrotaría -más que la represión policial- al terrorismo nacional y daría lugar a que muchos y muchos de los delitos que se cometen cada día en este país no encontraran excusa moral y además sería grato ya el pagar impuestos.

Si realmente son honrados –políticos y administradores públicos- que razón impide que los tipos penales por conductas relacionadas con la corrupción no sean más severos?

A mi y yo creo que a la mayoría de los españoles que no estamos en el "ajo" nos parece que los debates -en parlamentos y en los medios- se hallan anclados en la escolástica de los siglos XIII y XIV -que en España el movimiento humanista no pudo reprimir permaneciendo todavía como recurso dialéctico- época en que se debatía para intentar conciliar Fe y Razón y que daba lugar a perderse en disputas sobre nimiedades. Esto mismo está ocurriendo hoy día en nuestro país, país en que su clase política huye o se sacude la carga del honor, a la que está obligada en su conducta, increpándose sin ton ni son para no ceder ante la lógica ¡¡que vergüenza!!

Sí, si, no gozan de honorabilidad estos políticos y muchos de los creadores de opinión tampoco; políticos que intentan conciliar sus intereses particulares y partidistas con el interés general, postura contradictoria, como lo era aquella pretensión de conciliar fe y razón, que de conseguirse estaríamos ante la gran paradoja. Y es por eso que pensamos, los que no estamos en el "ajo", que la clase política -profesionales de la retórica fácil y abominablemente aburrida- vive más que nunca al margen de la realidad social.

¿Qué hacer?

Tienen que acabar, los políticos y periodistas de cuerda -sin distinción de partidos- con la corrupción, que como he reseñado arriba es el peor de los terrorismos y plaga exterminadora.

Y porqué es la peor de las plagas, porque la hacen posible unos representantes de la ciudadanía que lo son porque han prometido conducirse, en sus funciones, en base a la buena fe.

Si, reclaman la confianza y se ofrecen como la persona idónea y sensible capaz de captar el interés general y lo dicen con la sonrisa que esconde un objetivo muy claro, estar ahí, en el reparto, sin importarle el honor, suponiendo que entiendan este concepto.

¿Cómo?

Promoviendo leyes que penalicen con penas de 40 años a los servidores públicos que utilizando el cargo se enriquecen y enriquecen con el cohecho, la prevaricación, con la malversación de fondos públicos, con la contratación de amigos y conocidos a cargo del erario público, con el otorgamiento de subvenciones sin otro objeto que el captar clientes y amigos, etc. Todo ello ominoso y tan abominable que da lugar a la expresión de CORRUPCION.

NUESTRO ORDENAMIENTO JURÍDICO ESTABLECE UN PRINCIPIO GENERAL que, ya anunciado por el clásico, DICE:

"El que es causa de la causa es causante del mal causado"

La corrupción tiene su caldo de cultivo en que el causante del mal se anima a justificar su conducta delictiva apoyándose en que la justicia es débil y nada firme y a la que se puede intimidar y también porque en nuestro país la clase política tiene apresada su conducta y opinión pública por intereses partidistas, es decir, sin voluntad propia. Mi opinión es que concurren en armonía las dos tendencias.

Saludos , Manuel Cárdenas Vivar

El fin de este mensaje es sensibilizar al país para que se exija mejor calidad de TV que ayude a enriquecer en cultura y por tanto en dignidad a toda la ciudadanía haber si con ello se consigue que la clase política eleve el nivel y no nos ridiculice.



ESENCIAS DE NUESTRA SOCIEDAD ESPAÑOLA

Queda y mucho en todos los niveles de nuestra comunidad de las nacionalidades –y que es fácil apreciar tanto en colectivos humildes como en algunos de los que presumen de abolengo ilustre- cierto anclaje en la ignorancia supina: ignorancia que se alimenta por y, el desprecio y desdeño por el conocimiento de lo que se debe y se puede conocer, en la arrogancia en su cualidad de soberbia, en la envidia que invade de tristeza por el bien ajeno y en la cobardía por falta de ánimo y entereza y escasa fuerza moral para no dejarse manipular ni abatir.

Dominando este panorama está la mucha crítica mezquina y ruin bañada de hipocresía despreciable que además los medios TV alimentan: no en vano se habla todavía de una “España Profunda” expresión que lo dice todo y es que, desafortunadamente, en un momento del desarrollo de nuestro país confluyeron fuerzas y tendencias viejas que impusieron de nuevo el inmovilismo a una sociedad que ya había dejado de ser el hazmerreír en Europa, para volver a serlo por esos colectivos rancios con conductas antiguas y tristemente apegadas y con poco o ningún interés por la cultura, aspectos de cierta idiosincrasia que acaba dando una imagen de país mutilado.

Y es que lo mejor de la intelectualidad y del humanismo de aquella sociedad civil del exilio de 1939 todavía no se ha recuperado; lástima de institución de la griega clásica el “ostracismo” -procedimiento que no se imponía a ningún pobre sino a quienes despertaban recelos por la importancia de su casa y el peso de su linaje- con diez años de exilio, hasta hubiera resultado una medida socialmente sanitaria y no se hubiera difundido de España que es “un país enseñado a huir de la verdad, a transigir con la injusticia, a refrenar el libre examen y a soportar la opresión” y es que la pretensión de la comunidad piramidal es hacer disonar cualquier sentimiento de acercamiento a la igualdad con la música estridente de la propaganda que en nuestro tiempo se prefiere a un silencio que asusta porque podríamos oír nuestra propia voz y no reconocer la realidad de nuestra condición.

Y a pesar de todo, el mundo y nuestra sociedad no digamos que marcha, pero al menos se arrastra y las mujeres siguen dispuestas a tener hijos; y es que la naturaleza, intransigente en su decisión de perpetuarse, es muy sabia porque no se contenta sólo con dividir a los hombres en felices y desdichados, en ricos y pobres, sino que da al rico el espíritu de la riqueza, y al pobre el espíritu de la miseria.
Y así las cosas, necios conjurados, antes arropados por la dictadura de las armas, y en la actualidad, esos mismos necios, en conjura con los que se les han añadido y que se deslizan, todos ellos, a través de los partidos políticos y sindicatos más representativos en connivencia con los medios, no les importa mantener la atención de los ciudadanos con nimiedades y disputas superficiales, mientras no dudan en prostituir su conducta “deshonrando la autoridad de la que la ciudadanía le ha investido, abusando bajamente de ella por interés o por adulación” corrompiéndose para alcanzar, ellos, sus familias y los que van a ser sus clientes –que periodo tras periodo electoral justificaran con el voto esta ficción de democracia o dictadura de partidos- riqueza fácil; un 10% más o menos de ciudadanos de nuestro país, millonarios por la corrupción, corrupción que, entre otros efectos en la economía genera, uno nefasto, como es el encarecimiento de la vivienda por la especulación del suelo, mientras, más del 20% de los ciudadanos mal viven por debajo de la pobreza –en la miseria- el 40% en perpetua ansiedad por la inseguridad de sus ingresos, y el colectivo del 30%, ese que entre funcionarios con ingresos vitalicios y los que pivotan alrededor de partidos políticos y sindicatos más representativos -estómagos agradecidos- mantienen el conflicto sin que estalle. Sindicatos y partidos políticos que ante pensiones y salarios de hambre miran hacia otro lado con hipocresía, ya que no se puede servir a dos señores y el que paga o deja sustraer fácilmente, es al que se le presta pleitesía.
Un nueva ley electoral que, mediante listas abiertas, permitiera el acceso a la política a intelectuales, técnicos y en general personas honestas y de probada honorabilidad y la supresión de privilegios a los sindicatos que deberían hablar y escuchárseles por lo que representan, unido a una modificación del Código penal que arbitrara penas máximas para políticos y servidores de la administración pública incursos en corrupción económica y política, podría dignificar nuestro país y con ello el amor y el orgullo patriótico –que no recuerdo, que en general, se haya sentido nunca- de considerarse ciudadanos españoles.

Premisas mínimas éstas para salvar los obstáculos, que el poco interés y escasa expansión de las ideas renacentistas y de La Reforma y el triunfo de La Contrarreforma reaccionaria impusieron a cualquier avance tanto en lo ético como en lo científico que, con los regímenes absolutistas y dictaduras de terror y por último con la “miedosa transición” arroja hoy día como resultado y todavía, una nación dividida sobre los conceptos más básicos en ética político-social y que da lugar a que en nuestro país sigamos moviéndonos en círculos concéntricos y que parezca difícil hasta imposible ganar el Empíreo terrenal o dignidad de comunidad.

Y porqué, que está ocurriendo, quién dirige los destinos de nuestro país: si son los políticos, o son ciegos y tontos o mucho me temo que les es más cómodo encaramarse por encima de los ciudadanos contribuyentes de a pie y empleando cualquier clase de retórica demagógica mantenerse en un bunker de donde ninguno de ellos va a salir, amparándose en la propaganda orquestada por ellos mismos y que, con cortinas de humo mediático, también instalará la duda sobre una exigible dimisión, que sería honorable si a ellos les importara el honor. Esta situación “de honorabilidad” -donde es fácil detectar cierta influencia de la filosofía y sistema de la escolástica como también del movimiento de la contrarreforma- ahuyenta y frustra cualquier movimiento social de desarrollo natural, afectando, grave y sustancialmente, al orgullo de formar parte de una comunidad participativa. Y si a esta situación le unimos el temor de la ciudadanía a la prevaricación de jueces y fiscales

"yo particularmente he sido víctima de prevaricación por un juez instructor excelente amigo del abogado de la parte contraria, al que le bastó las sugerencias de su amigo abogado para que, utilizando, insustancialmente, la suposición, arremetiera con tal virulencia sobre mí que llegué a temer lo peor, y lo peor era embargos preventivos y pérdida de la libertad; de nada sirvió la sentencia en la que no se me apreciaba nada de lo que suponía ese juez prevaricador cuando lo denuncié por tal conducta, las diligencias se archivaron sin más"

El desasosiego general, profundo y eterno, está servido.

Estos representantes del pueblo -a los que se les autoriza para debatir-, en su arrogancia y excesivo afán de protagonismo, se olvidan de su principal deber “el de someter sus intereses particulares a los de la comunidad con control sobre sus manos”, en especial y con más descaro los de la derechona, cuyas palabras les salen de los labios que no del corazón, muy experta en disfrazar de frugalidad su ilimitada codicia y en ingeniárselas para que los ciudadanos estén siempre en bandos enfrentados y con diferencias entre sí.

Sí, este es el ejemplo que dan los regidores de la “patria” el mismo, mutatis mutandi, que dio lugar a que los ciudadanos griegos del S. IV, como nos dice Menandro, dejaran de tener interés por el devenir de la comunidad, se apartaran de la virtud, si esta no les proporcionaba algo a cambio y desarrollaran el egoísmo, ética que promociona la propagación de la corrupción y de la picaresca tan extendida en nuestro país y por lo que destaca y lo hace diferente.

Pero en general, es toda la clase política, que, menospreciando la naturaleza propia de los problemas de los ciudadanos -que debe ser el contenido real de los asuntos de Estado- se dedican a recrearse manejando pequeños puntos de la lógica y nimias sutilezas del pensamiento, con pedantería y artificialidad, que ni siquiera llega a tener el carácter o calidad retórica de la más elemental exposición de conductas -como es, la de comparar la mejor manera, entre varias, de conducirse y actuar, tipo degradado de debate que influye sin duda alguna en la mala reputación de “esos representantes”- y que determina que la mayoría de los electores consideremos de sus intervenciones -aparte de intentar justificar el sueldo- cierto recelo y temor por la concordia entre los distintos colectivos de la comunidad “tal vez piensan que la grandeza moral no siempre reporta beneficios personales” porque, ocultando sus propias impresiones, como cobardes que son, optan por la demagogia –degeneración de la democracia- en vez de descubrir su odio y su amor, no importándoles desechar la verdad en pro de una opinión ajena favorable a sus intereses particulares, que no son otros que el mantenerse en el Poder por su rentabilidad económica y de vanidad, y, no se percatan, al tomar este partido, de cuánta gloria, honor, seguridad, quietud y satisfacción del alma dejan de lado, y cuánta infamia, vituperio, reproches, peligros e inquietud echan sobre sí engañados por un falso bien y una falsa gloria.

Si, se han convertido en los nuevos “getilhombres”, aquellos, los ociosos, que vivían de las rentas de sus posesiones regaladamente, sin tener ningún cuidado ni del cultivo de la tierra ni de otras fatigas necesarias para la vida, y, éstos, los que viven de la verborrea para enmascarar sus intenciones egoístas y de “poner el cazo”.

Aquellos “gentilhombres” que expoliaban regiones ricas como Andalucía y Extremadura – en su día huerto y graneros de Europa- y que no les importaba mantenerlas en un estado primitivo (nada se diferenciaban esos grandes latifundios de los de la época romana, tanto en tamaño y sumisión del campesino como, en técnicas de explotación si salvamos las introducidas por los árabes), imposibilitaron su normal desarrollo, al no atender ni invertir el excedente de esos territorios en su modernización y sí gastar éste en catervas de criados y en inversiones en Madrid, Catalunya y País Vasco.

Y los modernos “gentilhombres”, que especulan con el suelo de todos, que manipulan a los sindicatos -sindicatos que Felipe hizo “más representativos” para mantener los salarios más bajos de Europa y a menos de la mitad las pensiones de jubilación- han encontrado en la política la “regalía” de las que aquellos disfrutaban.

Estos nuevos “gentilhombres”, son capaces de enriquecerse vilmente y luchar por la representación política de más del 20% de ciudadanos que participan de la miseria y de un 40% que se arrastra para alcanzar el mínimo de dignidad ¡qué hipocresía!, verdad, o mas bien, ¡que sinvergüencería!, sí, sinvergüencería, porque ocultan su propia ignorancia con exhibiciones de aparente sabiduría, conducta que da lugar a la peor de las plagas y de la que surge todos nuestros males.

Dan, la “triste” impresión, de conocer todos los caminos de la Verdad y la Mentira y del Bien y el Mal para, con estos fundamentos de gran fuerza –cuanto menos pretenciosos-, elaborados a su gusto, justificar su vergonzosa presencia y trazar la ética o conducta y modos de entender la política.

Pero no los puedo creer, porqué, porque albergo justificadas dudas de que los gestores del sudor de los ciudadanos interpreten con acierto esos principios elementales de la ética; es por ello que expongo y es precisamente lo que me esta impulsando en la reflexión de este prefacio, reflexión que algunos pueden tachar de crítica pasajera de un pesimista o de un rebelde utilizando literatura de poca extensión, es decir, un panfletario, pero no, no es esto, es, una cuidada y medida lectura de lo que acontece a nuestro alrededor, si, así es; y es que nuestros políticos y representantes de instituciones que dan forma al Estado democrático no paran de llenarse la boca sobre que las leyes que nacen del sistema político de la democracia se elaboran para ordenar la vida en comunidad y las haciendas, teniendo siempre como referencia el “interés general”.

Las leyes, si, éstas les dicen, en particular a los representantes de la voluntad general, que deben conducirse con la diligencia del buen padre de familia; diligencia e interés general, Código civil y La Constitución del miedo.

Acaso un buen padre de familia dormiría tranquilo si disfrutando de unos buenos ingresos observara la miseria y la angustia en el seno de su familia, no, y no solo porque por naturaleza es imposible que se de tal situación sino porque la ley puede impedir que esto se dé.

Pues bien, en nuestra sociedad, como ya he citado, hay miseria y angustia, por criminales pensiones y por salarios de supervivencia, mientras, los dirigentes convienen entre ellos salarios ostentosos y pensiones vitalicias amén de otras prebendas ¡no les da vergüenza!; ya pueden acudir con todos los exegetas de la ley que quieran, ninguno puede interpretar que el gestor del sudor ajeno se engorde y le sobre de todo mientras el gestionado se pudre en la miseria y la indignidad, argumentando la simpleza, como he oído decir, que en realidad, el Estado Social de Derecho es un principio programático pero que estamos formando parte de un Estado demócrata liberal atento al conflictos de intereses y que sus instituciones están para evitar que esos conflictos estallen poniendo en peligro la estructura en que la propiedad privada sin límite impone sus directrices.

Esta realidad - porque es prácticamente una realidad de hecho- no me vale, no es lo que nos ofrece el político al borde de las elecciones parlamentarias ¡o no es verdad! que si los oyes en esta situación, parece que todo, de lo que he manifestado mi reproche, se va a solucionar.

Pero, no es que desconozcan la situación -en muchos casos paupérrima e indigna como ya he citado- en que viven la mayoría de los ciudadanos españoles, sí que la conocen, ya que saben leer y tienen vista y oídos, y por si ello no bastara, alguna prensa, muy poca y en contadas ocasiones, reproduce los informes de Caritas, informes incuestionables, como saben ellos, y sin embargo, qué hacen los “honorables políticos” en estas situaciones de miseria y angustia vital, nada; lo que hacen y esto es precisamente lo que les deshonra, es pretender distraer nuestra atención –parece que lo consiguen a tenor de que nadie de este país osa rebelarse contra la imposición de impuestos que en muchos casos, como la casuística nos pone de manifiesto, van a engrosar los bolsillos de las economías particulares - con nimias discusiones con apariencia, eso digo, con apariencia de interés de Estado, sí, sí, porque en definitiva lo que subyace en el sentimiento de éstos, es lo que define muy acertadamente el refranero español “todo ladrón cree que los demás son de su condición” y es por lo que ponen tantas trabas, unos y otros, para que se desarrolle La Agencia contra La Corrupción, el Cohecho y la Prevaricación y se aprueben penas severas, que deben ser muy severas, como he justificado y propuesto arriba. Que lástima me da este país pero lo quiero, porque yo soy lo que es él.

Manuel Cárdenas Vivar
Abogado y filósofo