jueves, 27 de marzo de 2008

‘Conspiranoia’: Losantos y Pedro Jota, culpables de la derrota del PP (III)

A pesar de todos los desastres de gestión perpetrados por el Gobierno de Zapatero, el PP se vedó a sí mismo acceder al poder sometiéndose a los dictados de dos presuntos periodistas, como Losantos y Pedro Jota, sin aparentes escrúpulos morales y sin respeto a la verdad, en la burda fabulación perpetrada en torno a la masacre de Atocha. En vez de dedicarse a hacer oposición, Acebes -¡este personaje se dedicó a cuestionar su propia investigación y la labor de sus subordinados!- y Zaplana –ministro del Gobierno que realizó la investigación y detuvo a los islamistas y que llegó a preguntar quién dio la orden de asaltar el piso de Leganés- que actuaron, como el más brutal relativismo moral, como auténticos peleles, con el objetivo de consolidar su poder en el PP. Su salida ignominiosa de la vida pública no es más que la consecuencia de su torpe y amoral forma de proceder, aunque los auténticos culpables de la derrota del PP son Losantos y Pedro Jota, ciegos guías de ciegos del PP. El que avisa no es traidor y avisé, vaya que sí avisé. Por ejemplo, en el siguiente extracto de ‘Conspiranoia, de cómo El Mundo y la COPE mintieron y manipularon sobre el 11-M’ (Editorial Rambla):

“Ese sector del PP se pliega desde pronto a la teoría de la conspiración. El 22 de julio de 2004, el diputado Jaime Ignacio del Burgo en un artículo publicado en El Mundo, titulado “Malditas casualidades”, ya habla de que “sería terrible que estuviéramos ante una infame conspiración interior dirigida a alterar la normalidad democrática española”. Terminología lo suficiente vaga como para incluir la autoría islamista, que sin duda desarrolló una conspiración interior, en Lavapiés, Morata de Tajuña y Leganés, para alterar la normalidad democrática. El 30 de ese mismo mes, Mariano Rajoy especula con que “lo que me dice mi experiencia es que esos señores no tienen capacidad intelectual para diseñar una operación como ésta”. Algo que suena muy parecido a los 'pelanas' de la consigna de Losantos. Durante la Comisión de Investigación, el diputado Vicente Martínez Pujalte afirma que “el partido socialista se benefició de los atentados, manipuló los días posteriores la información y hoy no quiere que se investigue porque tiene algo que ocultar”.
En un clima que se va haciendo cada vez más vaporoso, Ignacio Astarloa, nada menos que el número dos de Interior cuando tuvo lugar la masacre de Atocha, declara el 18 de noviembre de 2004, que “tuve la impresión de que las pistas que apuntaban al islamismo eran intencionadas. Yo entonces estaba muy confuso. Pensé que me llevaban a un sitio al que me querían llevar”. En la misma curiosa línea de desacreditar su propia investigación y de sembrar dudas sobre las pruebas, el 22 de noviembre de 2004, Ángel Acebes indica que “no encaja que unos delincuentes comunes sean capaces de diseñar y ejecutar el mayor atentado de Europa”. Funciona, pues, en alta dosis el manual del perfecto terrorista puesto en circulación por Fernando Múgica, como si para matar o para atentar se precisara una superior inteligencia. “El 11-M fue diseñado de manera muy pormenorizada no sólo en cuanto a la ejecución de los atentados, sino en la aparición de las pruebas”, añadiendo que “la autoría intelectual va mucho más allá de los autores materiales ya conocidos”. Serie concatenada de suposiciones irresponsables por parte de quien el 4 de abril había dicho: “El núcleo central del 11-M está detenido o ha muerto en el suicidio colectivo de Leganés”. En su comparecencia ante la Comisión de Investigación, enigmático y literario, Aznar declara que “los autores no se encuentran ni en montañas remotas ni en desiertos lejanos”.
La Comisión de Investigación no resuelve nada, porque, como ya se ha dicho, las comisiones de investigación en nuestro sistema parlamentario no sirven para eso; de hecho, no sirven para nada, meras prolongaciones del debate parlamentario de trinchera. Por supuesto, no conduce a ninguna corrección de errores, ni a extraer lección alguna. La Comisión de Investigación sí asiste al nacimiento del "efecto Manjón", del que hablaremos en otro capítulo.
La conspiranoia se va armando. Durante todo el año 2006, el Partido Popular, su secretaría general y su grupo parlamentario, actúan como altavoces de Losantos y Pedro Jota y siguen a pies juntillas sus consignas. El 5 de marzo de ese año, Eduardo Zaplana acusa a Zapatero de ocultar la autoría del 11-M. El día 12 de ese mes, Rajoy y Esperanza Aguirre insisten en sembrar dudas sobre la autoría del 11-M y en los dos días siguientes, el líder del PP cuestiona la instrucción judicial. El 15 de marzo de 2006, la presentación del libro “11-M. Demasiadas preguntas sin respuesta”, de Jaime Ignacio del Burgo, editada por La Esfera de los Libros, se convierte en un aquelarre conspiranoico. Esperanza Aguirre se suma a la versión oficial de El Mundo respecto a una instrucción deficiente. “Hasta este momento, la conclusión que se saca es que hay demasiadas zonas oscuras, demasiadas preguntas sin respuesta o con respuestas que no resisten un escrutinio riguroso”. Eduardo Zaplana va más allá: “Jamás vamos a aceptar el silencio desde nuestro papel de oposición, y nos vamos a negar al seguimiento de esas verdades oficiales en las que nos quieren instalar”. Zaplana maneja, con soltura y desparpajo, el lenguaje de la secta.
El 15 de marzo de 2006, Jaime Ignacio del Burgo, el diputado más integrado y que saca más provecho de la conspiranoia, declara, en sede parlamentaria, que “nadie se cree que los moritos de Lavapiés fueran capaces de actuar solos”. Y durante los meses siguientes, tanto él como Alicia Castro se prestarán de buen grado a la estrategia de intentar desprestigiar al juez Juan del Olmo, presentándole como mera marioneta de torticeros intereses policiales. Sin embargo, Rajoy, el 30 de marzo, pone tierra de por medio respecto a la estrategia que está siguiendo su propio partido y su grupo parlamentario, descartando la participación de ETA en el 11-M y afirma que nunca consideró posible esa relación. Pero el 2 de abril, Jaime Ignacio del Burgo insiste en que “se han ocultado y manipulado pruebas” y dos días después tanto Alicia Castro como Eduardo Zaplana avalan la información falsa de El Mundo sobre la existencia de una tarjeta del Grupo Mondragón en la Renault Kangoo y piden al juez Del Olmo que “abra bien los ojos”. En un chat de Libertadigital, para que no falte nadie, Aleix Vidal Quadras se apunta al esoterismo de la verdad oculta: “algún día se sabrá la verdad. Ojalá que no sea demasiado tarde”.

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