martes, 11 de marzo de 2008

El PP se plegó al diario sensacionalista El Mundo y lo ha pagado muy caro

Tal día como hoy, hace cuatro años el terrorismo islamista llenó de sangre y de luto a España: 192 personas fueron asesinadas en un terrible atentado de terrorismo indiscriminado, en el que se mató a hombres, mujeres, niños, incluso en el vientre de sus madres. El terrorismo islamista mostraba así su saña demoníaca, su absoluta inhumanidad. Hoy el primer recuerdo ha de ser de homenaje a aquellas víctimas y de cariño hacia sus familiares.
Los terroristas islamistas mostraban su odio a la libertad, a la dignidad de la persona y a cuantos valores son propios de la civilización occidental, más allá del detonante de su odio en el apoyo del gobierno español, presidido por Aznar, a la guerra de Irak.
Por la inmediata cercanía de las elecciones, el atentado intensificó la división previa de la ciudadanía y ha sido objeto de manipulaciones mediáticas y políticas. Entre los días 11 y 14 de marzo, la cadena SER perpetró una exitosa campaña de propaganda. Luego, durante esta legislatura, llevados del ronzal por el sensacionalismo sin escrúpulos de Pedro J Ramírez y El Mundo, devenido en mero panfleto, el PP se ha sumido en una cadena ininterrumpida de estupideces, que he desentrañado en mi libro ‘Conspiranoia’, en un proceso de auténtica corrupción moral, que describiré en la continuación de ‘Conspiranoia’. Partiendo de las fabulaciones de un periodista con intensa trayectoria esotérica como Fernando Múgica, Pedro Jota, al que el Gobierno socialista no había dado la televisión analógica prometida, sentenció, en un ajuste de cuentas en el que las víctimas han carecido de importancia, “Cada vez más indicios apuntan a que el 11-M se gestó en el seno de los aparatos policiales y los servicios del Estado democrático”. Por si a alguien le resulta increíble que se haya llegado a tal nivel de degradación mercantilista leo lo que escribió esa vergüenza nacional que responde al nombre de Pedro Jota cuando no le dieron la televisión: “¿O más bien se trata de un castigo preventivo a cuenta de la investigación del 11-M, no vaya a ser que descubramos algo que, airado por la televisión, pueda descomponer el traje de santo para tontos confeccionado por los sastrecillos cobardes de la comisión parlamentaria?”
En un abuso de poder, con aliados radiofónicos como el maricomplejines Losantos, el aventador de cualquier estupidez, el coleccionista de estupideces, convertida en doctrina oficial del pesebre periodístico del PP, pastoreado por Acebes, la ‘conspiranoia’ se convirtió en el dogma de la derecha y en la principal línea parlamentaria de Zaplana. Incluso se dio pábulo y tomó recorrido un fabulador alumbrado de cuarta como un tal Luis del Pino que decía chorradas tan curiosas y tan injuriosas como que en Leganés no se había suicidado nadie, ninguneando hasta la nausea el heroico sacrificio del Geo, Francisco Javier Torronteras. El PP llegó a hacer trescientas cincuenta preguntas parlamentarias a cual más delirante, como la que inquiría sobre quién dio la orden de asaltar el piso de Leganés. Pregunta hecha precisamente por quienes dieron la orden. Si Pedro Jota ha escrito la página más negra del periodismo español, el PP ha escenificado la más amoral estupidez política, pues hasta los mismos cargos políticos de la cadena de mando del Ministerio del Interior, con Agustín Díaz de Mera, Ignacio Astarloa y Ángel Acebes se dedicaron a cuestionar, sin fundamento alguno, su propia investigación y –lo que es más grave- sin ser capaces de defender el honor de los policías que estaban bajo su mando y que arriesgaron, y Torronteras la perdió, su vida. Por esa inmunda conducta, los tres citados, Díaz de Mera, Astarloa y Acebes, sobran cada minuto en la vida pública.
Para que no faltara de nada en el esperpento, el proceso de corrupción moral perpetrado por el oportunista Pedro Jota –el mismo que pide el voto para Rajoy, y al día siguiente le intenta compulsivamente acuchillar con menos pericia carnicera que Bruto- afectó a la Confederación Española de Policía, que por lógica debía defender a los policías en vez de atacarlos, como ha hecho, y a la Asociación de Víctimas del Terrorismo que, por lógica tenía que defender la memoria, la dignidad y la justicia de las víctimas, en vez de mancillarlas, como ha hecho un desfondado Alcaraz sometido a los esotéricos dictados del tosco fabulador del Pino.
Sin resquicio para la sensatez, ni para la dignidad, avergonzándonos de continuo, vimos crecer en la derecha un pútrido ambiente de secta, y durante más de dos años y medio la mentira y la manipulación con la que la derecha sociológica y política se ha desayunado, se empeñó en que los terroristas islamistas, manifiestamente culpables de la masacre, del magnicidio, fueran puestos en libertad. A esa estrategia dictada desde la cloaca sensacionalista de ‘El Mundo’ se plegó el PP y lo ha pagado muy caro. Pero el culpable último de esta inmundicia es Pedro Jota. Una sociedad que quiera sobrevivir no puede amparar ni consentir conductas tan amorales. Los gurúes conspiranoicos, los coleccionistas de estupideces, los voceros de injurias, tienen por delante un merecido calvario judicial. Todos y cada uno de ellos, más pronto que tarde, desaparecerán por el sumidero de la historia, entre el desprecio general.
Enrique de Diego

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