lunes, 10 de marzo de 2008

Retos históricos para las clases medias: o tomar conciencia o sucumbir

El veredicto de las urnas es inapelable. Y el veredicto de las urnas ha dado una segunda oportunidad a Zapatero y al partido socialista. Siete llaves a las hooliganistas dudas sobre la legitimidad del Gobierno que sectores mediáticos próximos al PP han aventado durante la pasada legislatura, con un radicalismo estéril. No comparto el papanatismo democrático de que el pueblo nunca se equivoca, porque el veredicto de las urnas es mera convención y lo que nos ofrece la democracia es la alternancia en el poder sin derramamiento de sangre y la capacidad de corregir errores cada cuatro años. En ese sentido, no voy a poner paños calientes, porque ni es mi estilo, ni las circunstancias lo permiten. La sociedad española está abocada a una crisis económica para la que el programa económico del PSOE, con su fórmula de supermercado de compraventa de votos, es un suicidio colectivo. Decía Churchill, en un arranque de cinismo, que las sociedades se salvan porque los políticos no llevan a la práctica sus programas. En este caso, al PSOE ni tan siquiera le vale no cumplir su programa, marcado por el aumento del gasto público, sino que debería dar un giro de 180 grados, pues la crisis es de modelo –político (encima aumenta en cinco el número de senadores) y económico- y se hace imprescindible reducir el gasto público y desarmar el sistema de expoliación de las clases medias. El PSOE no puede hacerlo, pues está lleno de compromisos y es el partido de las manos muertas. La socialdemocracia no es la solución sino el problema.
Los resultados fortalecen el agonizante bipartidismo, por la curiosa y exitosa estrategia de Zapatero de radicalizarse entrando a saco en los caladeros de votos de IU –auténtica reserva espiritual del socialismo- y los nacionalistas radicales. Llamazares ha extraído la lección y se dispone a pasar a segundo plano. Hay que felicitarse del fracaso histórico e irreversible de Esquerra Republicana e Cataluña y de sus quimeras secesionistas.
Naufraga también el plan Ibarretxe, pues en el País Vasco el partido ganador es el PSOE, con descenso del PNV de un diputado en su feudo de Vizcaya, algo que supera el simbolismo. Desaparece EA. El PNV ha de ir pensando en la fecha más conveniente para las elecciones –el 25 de octubre, sustituyendo el referéndum- y en otro candidato, porque Ibarretxe está amortizado en su pulso con el Estado y en su constante esfuerzo por dividir a la sociedad vasca. El referéndum no tendrá lugar.
En cuanto al PP, ha de introducir variaciones sustanciales en su rumbo y afrontar una renovación, tanto ideológica como en las personas, que ha estado retrasando durante cuatro años. Ha de sacudirse, por de pronto, las tutelas de La Mañana de la COPE y de El Mundo que le han llevado a sumirse en las groseras mentiras y manipulaciones sobre el 11-M, que han generado un ambiente de secta y de descrédito, que se ha terminado pagando muy caro en los dos debates. Ha de reconducirse la injusta, absurda, torpe y miope defenestración de Alberto Ruiz Gallardón, un indudable activo político del PP. Han de tenerse más en cuenta los liderazgos regionales de Javier Arenas, Francisco Camps, Alberto Núñez Feijoo, Ramón Luis Valcárcel y Juan Vicente Herrera. Ha de producirse, de inmediato, un cambio en la portavocía parlamentaria y, en el horizonte del Congreso, en la secretaría general, porque hay personas demasiado identificadas con la imagen de dos derrotas y demasiado débiles políticamente hasta estar al dictado de los intereses mercantiles de los gurúes conspiranoicos. El PP tiene evidentes problemas de comunicación en su intento de reproducir esquemas del PSOE: nunca se había promocionado tanto a tanto inútil sin discurso alguno, a tanto papagayo de argumentario.
El PP ha obtenido un resultado que le da margen de maniobra para afrontar la renovación pendiente y para revisar sus postulados ideológicos, porque no ha sido capaz de presentar una alternativa ilusionante, un proyecto de futuro que sumará nuevas adhesiones. En buena medida, ha presentado una oferta mimetizada con el socialismo, otra forma de intervencionismo, y una mera propuesta de gestión, con el error de identificar a Zapatero como la causa de los males patrios y como su efecto. Nada de regeneración, nada de reforma de la Ley electoral, casi nada de liberalización. Ni tan siquiera ha sido capaz de percibir que Zapatero y el PSOE habían rectificado respecto a la negociación con ETA, que el PP podía haber capitalizado por su fortaleza democrática, en vez de quedarse con la foto fija de Alcaraz, los movimientos cívicos y las consignas mediáticas. Evaporadas las declaraciones de la noche electoral, el PP tiene camino por delante para la autocrítica y para analizar la gran asignatura pendiente: Cataluña. Una línea ininterrumpida de errores, de abandonos hacia la desarbolada militancia, de falta de apuesta, de luchas cainitas, ha llevado a que Cataluña desequilibre la balanza. Ha tenido también claros aciertos en los que el PP ha de ser constante y profundizar como es el contrato de inmigración.
No es descartable que Mariano Rajoy tire la toalla. La idea de que sea candidato por tercera vez parece hoy descartable y seguramente descartada. La vez anterior tuvo que superar las resistencias familiares a que siguiera e indicó que se iría “cuando perdiera”. Las amorosas lágrimas de Viri en la noche electoral pueden ser una premonición. El horizonte es el Congreso aplazado, que puede ser de confrontación entre el clan de Valladolid, liderado por Esperanza Aguirre, y los barones regionales liderados por Alberto Ruiz Gallardón. El déficit democrático de la digitalización aznarista de Rajoy hace pensar en un paisaje de confrontación interna.
Entra en el Congreso, Rosa Díez con un diputado y lo haría con muchos más si no fuera víctima de un sistema electoral nefando, pues sus votos son más que los del PNV que, sin embargo, obtiene seis diputados por la combinación de la Ley D’Hondt y la circunscripción provincial, que hace que el tercer partido nacional –tanto IU como UpyD- pierda los restos en casi todas las circunscripciones y, de partida, se desaliente el voto en todas aquellas en las que va a ser inútil. La reforma de la Ley electoral es una de las necesidades ineludibles y me congratulo de que la voz de Rosa Díez haya entrado en el Congreso.
En suma:
- España se encamina hacia una grave crisis económica, que puede afectar al sector financiero, especialmente al de las cajas de ahorro, para el que el programa del partido socialista es una dosis de cianuro.
- España ha dejado de ser una nación segura y apetecible para invertir y con una fuerte dependencia energética, en un momento de fuerte subida del petróleo.
- Esa crisis económica de modelo se va a traducir en una fuerte subida del paro y a problemas intensos para la integración de un porcentaje importante de los inmigrantes.
- España tiene por delante una sentencia clave sobre el Estatuto de Cataluña que de ser favorable en lo esencial llevará a una ruptura del modelo de Estado y a la estricta insolidaridad autonómica.
- La crisis económica y la del modelo de Estado pueden conducir a una situación social de conflicto y a un incremento de la inseguridad ciudadana.
Zapatero no es la causa de los males, sino su efecto. Se han puesto en marcha tormentas que Zapatero no está en condiciones de controlar. Es un hombre del pasado y su victoria obedece a una sociedad anestesiada, de un radicalismo enfermizo. Para administrar la crisis, Zapatero no precisaba ni tan siquiera una victoria por mayoría absoluta, sino otro partido e ideas distintas, casi exactamente las contrarias.
El PP tiene, amén de la asignatura pendiente de la renovación interna y del liderazgo, un grave problema de definición ideológica.
España lo que necesita es una pasada por la liberalización y reformas profundas en su modelo político y económico que se van a hacer imperiosas en el plazo de dos años, y para las que se hace preciso coraje y pedagogía, y la toma de conciencia por parte de las clases medias, las grandes sacrificadas, las paganas, de este proceso, porque serán los restos del naufragio de la famélica sociedad civil los que habrán de estar a la altura de las circunstancias o sucumbir.

1 comentario:

LaMáquinaInconexa dijo...

Como autónomo me resisto a sucumbir. No dejaré que mi valioso embrión de empresa quede a merced de macabros cirujanos socioeconómicos que amputan miembros sanos regeneradores de riqueza mientras salvaguardan aparatos enteros gangrenados como el PER andaluz o incuban nuevas aberraciones "transgenicoilegales" como el CANON digital.

También coincido en que un verdadero partido liberal no puede plantar cara a esta crisis asumiendo en su discurso postulados contrarios a su naturaleza. Debe hablar claro y sin complejos de culpa. El ser humano valora más a aquellos que defienden sus principios con firmeza, y más aún cuando son ciertos.

Hay que hacer PEDAGOGÍA, empezando desde cero: explicar una y mil veces y de manera muy sencilla las diferencias entre liberalismo y socialismo y a qué destinos conducen cada uno de ellos con ejemplos prácticos (Andalucía, Cuba, China, URSS, Venezuela)

El argumento contra el que me enfrento cada vez que hablo de política siempre es el mismo y lo esgrimen con igual desparpajo desde universitarios de la Pública hasta gente sin el certificado de estudios primarios: "LA IZQUIERDA MIRA POR EL POBRE Y LA DERECHA SÓLO POR EL RICO". Esta mentira a medias ha calado de tal modo en nuestra sociedad que ver a Ana Belén, a Victor Manuel, a Almodóvar, a Chaves, a Felipe... tan arropados por las masas da vértigo. El insulto a la inteligencia, al sentido común, al pensamiento libre e individual ha sido convertido en el discurso más eficaz ante el que los simples mortales quedamos desarmados.

Conceptos que deberían difundirse, aunque matizados y simplificados:

-Los políticos NO crean empleo. Si lo dicen, mienten y engañan
-El empleo estable lo generan las personas sencillas que estudian las diferentes demandas del mercado y tratan de cubrirlas con sus productos o servicios.
-Para crear empleo se necesita un marco con independencia de poderes, leyes justas que se cumplan escrupulosamente y políticas que fomenten la iniciativa privada en detrimento del pesebrismo acomodaticio.
-Saber diferenciar entre el funcionariado necesario y el innecesario, para poder señalar sin complejos a los colectivos de manos muertas y a sus impulsores como una de las principales causas directas del empobrecimiento de las clases medias.
-Difundir la idea de que tener ambiciones y aspiraciones es más necesario y útil que aspirar al funcionariado vitalicio.
-El gasto público innecesario conduce al fracaso de la sociedad, por tanto perpetuar subvenciones también conduce al fracaso individual y colectivo.
-La cultura no puede subvencionarse, ya que se convierte en un instrumento al servicio del poder de turno.
-El liberalismo SÍ contribuye a enriquecer a los pobres.
-El socialismo empobrece irremediablemente a las clases medias.
-Etc, etc

Qué buena idea tuviste publicando tu manifiesto.

PP y UPD: poneros las pilas.