sábado, 10 de mayo de 2008

Prepublicación de 'Mileuristas: Los nuevos pobres'

Reproduzco a continuación las primeras páginas de mi libro 'Mileuristas: Los nuevos pobres' (Editorial Rambla), que se pone a la venta la próxima semana al precio de 7,50 euros:

Toda una generación está siendo sacrificada. Los denominados mileuristas son los nuevos pobres del siglo XXI. Apenas si se ha prestado atención al fenómeno. No interesa, porque cuestiona el actual sistema de parasitismo fiscal. Sólo se le han dedicado superficiales descripciones sociológicas, sin atisbar ni tan siquiera su profundo significado como producto del proceso de expoliación de las clases medias. No la punta sino el iceberg mismo del designio de extinción gradual de las zonas medias –los pilares- de la sociedad abierta.
Sobre ninguna otra generación se han volcado más medios y más elogios. Ha sido tildada y elogiada como la mejor preaparada de la historia. Ninguna como ella ha tenido allanados los peldaños del sistema educativo hasta su máximo nivel universitario. Sus miembros han ampliado sus estudios con cursos de postgrado y másters y como ninguna otra, al tiempo, se ha encontrado cerradas las puertas de la movilidad social.
Cierto que las anteriores generaciones crecieron en condiciones más precarias, con menos medios a su disposición. Cierto también que, durante tiempo, al inicio de sus vidas profesionales, los miembros de las anteriores generaciones tuvieron sueldos bajos y contratos temporales.
Lo que diferencia a la actual generación es su falta de expectativas. 'No es lo que esperábamos', es frase que define su estado de ánimo. Y las esperanzas no cumplidas producen el paralizante sentimiento de la frustración. En un doble sentido: en el de la sobrecualificación, trabajos para los que no son precisos, incluso resultan superfluos, los estudios culminados, las licenciaturas universitarias, los doctorados, los másters; en el de las bajas retribuciones, que impiden el ahorro y la capitalización; y de manera más grave, el desarrollo de una familia.
La generación de los mileuristas no procrea, lleva en sí el estigma de la extinción. Sin más proyecto personal que vivir al día, carece también, en cuanto generación, de un horizonte común. La suma de fracasos personales da como resultado una quiebra social, que cuestiona los cimientos resquebrajados, los pilares agrietados y las vigas carcomidas del sistema intervencionista. Los mileuristas son las víctimas propiciatorias e indefensas de esa depredación a la que son sometidas las clases medias.
No resulta difícil describir su itinerario. Una infancia feliz y una juventud cómoda, conseguidas por el esfuerzo de padres sacrificados cuyo principal objetivo en la vida era dotar a sus vástagos de la mejor educación posible y, ésta, todo sea dicho, no se ha caracterizado por la exigencia, no ha destacado por primar los valores del esfuerzo y el mérito.
Según datos oficiales, el número de milueristas en España asciende a once millones. Lo que caracteriza a la generación mileurista es que no se emancipa, carece de la energía vital y, sobre todo, de las condiciones para abrirse paso por si sola. De hecho, el 30% de los jóvenes españoles con edades comprendidas entre los 30 y los 35 años vive aún con sus padres; si descendemos en la pirámide de edad, la cifra se eleva hasta el 63% entre los 25 y los 29 años. Y hasta el 95% si se trata de jóvenes entre los 18 y los 25 años. Aunque quieran, no pueden. Y hablamos de edades en las que las generaciones anteriores tenían en pleno despliegue su proyecto familiar. Según datos de la Agencia Tributaria, el 89% de los jóvenes madrileños tiene salarios inferiores a los 1.000 euros y un 56% no llega a los 600 euros al mes. Eso representa que un menor de 25 años cobra un 45% del salario medio y los jóvenes de 18 años, cobran un 88,4% del salario medio anual.
En términos de coste-beneficio, les resulta más rentable seguir viviendo con sus progenitores. En otro caso, no podrían mantener un tren de vida o adquirir una posición social equiparable. Tienen pareja pero no familia. Atrapados en una eterna e ilusoria adolescencia, sobreviven gracias a la transferencia en vida de la herencia de sus padre. La familia, tan atacada, tan denostada, demuestra ser el más firme reducto de apoyo social, el último refugio de socorros mutuos. En el horizonte del futuro se dibuja un empobrecimiento general, una depauperización de las clases medias, una extinción, demográfica y de modelo, una creciente dependencia del Leviatán light y políticamente correcto al que han sido sacrificados los mileuristas y al que han sido enseñados a adorar, como servidores políticamente correctos, como lacayos banales, todo lo más.
A veces, unos cuantos de entre ellos alquilan una vivienda y comparten gastos. Forman extraños grupos pseudofamiliares, donde se prolongan viejas amistades o se establecen nuevas, como atrapados en la cándida adolescencia. Gozan de sus pequeñas libertades de fin de semana, pero tienen vedado madurar como siempre se ha considerado: creando una familia propia, ayudando a sostener la especie humana. En la incierta seguridad de hoy se avizora el angustioso mañana. Indefensos ante cualquier infortunio, ante cualquier vaivén, resulta descorazonador asomarse a su solitaria y disfuncional senectud. La generación perdida por excelencia ha crecido adormecida. Se ha procurado despejar de su camino la incógnita del riesgo y se encuentran al borde del abismo. Hurtados los elementos de análisis para comprender su situación, anestesiado su espíritu crítico por una tupida red de sentimentalismos evanescentes ecopacifistas, lo extraño y enervante de esta generación perdida -incapaz e imposibilitada de pasar el relevo a la siguiente, que no existirá- es su conformismo. Y, sin embargo, es preciso despertarla de su sopor, zaherirla en su pobreza vergonzante, porque esta generación es necesaria para la rebelión cívica -urgente e imprescindible- de las clases medias expoliadas, de las que proceden y a las que están en riesgo de dejar de pertenecer.

1 comentario:

luisfer dijo...

Acabo de leer el comentario de Diego en www.lanacion.es/?cat=8...hacía meses que no lo leía y...podía haber estado años porque sigue con lo mismo: empieza deslegitimando las elecciones grales (siempre hay alguna excusa cuando se pierde y Diego es uno de los perdedores) y luego vuelve con su apolillada y ramplona copia del argumentario del Hitler de los años veinte: los partidos no valen, la clase media empobrecida, es la hora de la rebelión, etc, etc. (bueno Diego sustituye a los judíos por los artistas cercanos al Psoe...). Modernización de la derecha??? pero si están en el SXX!!