domingo, 18 de mayo de 2008

A quien hay que renovar es a Pedro Jota

Los principales culpables de la derrota del PP son Losantos y Pedro Jota. Me parece una evidencia. Ellos fueron los que impusieron la agenda al PP durante la pasada legislatura y los que le hicieron centrar su labor de oposición en una delirante, mendaz e injuriosa teoría de la conspiración sobre la terrible masacre del 11-M.
No sólo se produjo una dilapidación de energías sociales y políticas, que debían haberse utilizado para una oposición eficaz, no sólo se hundió a la derecha política y sociológica en el relativismo moral, además se le dieron importantes armas al partido socialista para desacreditar a un partido político capaz de sumirse en tamaña fabulación que cuestionaba, por ejemplo, el manifiesto suicidio de los terroristas en el piso de Leganés.
Es notorio que ni el más mínimo indicio se ha desvelado de esa trama policial, supuesta autora del magnicidio, de ese segundo Gal que Pedro Jota prometía de continuo, tras establecer, con supina irresponsabilidad, que el atentado había sido obra de los aparatos del Estado.
Como las teorías de las conspiración pertenecen al ámbito de las paranoias intelectuales, lo que se ha producido es una continua huida hacia delante. Lejos de reconocer el error, y corregirlo, se percibe un empecinamiento prepotente. También se ha generado un método de propaganda, en el que la verdad y la mentira han dejado de tener sentido, y todo se supedita a la estrategia del momento, por el que de continuo se lanzan consignas y cuyo objetivo actual, tras intentar quebrar en lo personal a Rajoy, es la destrucción del PP, promoviendo una escisión, bajo la enésima consigna de que el PP ha cambiado de principios, al margen de la literalidad y el espíritu de su Ponencia Política.
Las motivaciones primigenias de la puesta en marcha de la conspiranoia fueron mercantilistas: ajuste de cuentas con Zapatero por parte de Pedro Jota al serle negado la concesión de una licencia de televisión analógica y la respuesta positiva en las ventas que hizo estirar el hilo de la cometa. En su obsesión por generar un Prisa 2 –no pretende cambiar el sistema, sino monopolizarlo-, tras debilitar a ABC, el principal negocio fue la compra por Unidad Editorial del antiguo grupo Recoletos. Se trata, a día de hoy, de una operación fallida, a tenor de lo filtrado de la última reunión de directivos de Unidad Editorial.
El acoso y derribo a Rajoy, que ha pasado al objetivo de destruir el PP promoviendo una escisión puede deberse:
1.- A un criterio bienintencionado de que es preciso proceder a un relevo en el liderazgo del PP.
2.- Al intento de mantener un nivel elevado de escándalo y polémica para intentar sostener unas ventas en descenso.
3.- Al interés en prestar servicios de juego sucio al poder socialista, para intentar negociar soluciones económicas a través de la publicidad institucional.
Las tres conjeturas no son antitéticas ni contradictorias, sino básicamente complementarias. A medida que pasa el tiempo, van tomando fuerza las dos últimas, por cuanto, en relación con la primera, resulta cuanto menos chocante que se pida el voto para Rajoy para en horas veinticuatro pretender convertirle en un estricto chivo expiatorio.
En cuanto a la segunda, el diario ultrasensacionalista El Mundo bajó en ventas incluso en marzo, en la comparativa con el año anterior, a pesar de que en ese mes hubo un evento de tanta motivación para las ventas como las elecciones generales.
Respecto a la tercera, el acoso y derribo contra Rajoy está siendo complementado con una adulación sin medida a Zapatero, que adquiere características casi de canonización laica, y que expande un abrumador tufo a servilismo. Si se tiene en cuenta que la cúpula gerencial de Unidad Editorial convocó la semana pasada una reunión de urgencia para calificar de grave su situación y anunciar reducciones de plantillas en el Grupo antes de final de año, la doble estrategia de acercamiento a Moncloa –mediante la adulación a Zapatero, mediante la denigración de Rajoy- adquiere de nuevo visos mercantilistas.
Se ha convertido el periodismo en propaganda, utilizando a los lectores como rehenes. Tanto como una regeneración política se hace precisa una regeneración mediática, en la que el periodismo recupere la búsqueda de la verdad como su objetivo fundamental.
‘El Mundo’ está en crisis, grave. A quien –datos cantan- hay que renovar es a Pedro Jota Ramírez, mucho antes que a Mariano Rajoy.

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