viernes, 12 de septiembre de 2008

El loro tiene obesidad mórbida

Mientras se incrementa el paro, la casta política nacionalista no cesa en su despilfarro. La Generalitat catalana ha abierto una nueva ‘embajada’ en Nueva York. El gobierno autónomo catalán ya tiene abiertas sedes de representación en Londres, París y Berlín.
Londres y Berlín cuestan, cada una, 180.000 euros al año. A ese dinero, hay que sumar los sueldos de la plantilla y el del delegado, que cobra lo mismo que un director general de la Generalitat: hasta 87.596 euros brutos anuales.
Como la casta política nacionalista se concede a sí misma total impunidad en nombre de la pesadilla identitaria, no les asombrará que, dados los cuantiosos emolumentos, uno de los delegados sea Apeles, el hermanísimo de Carod-Rovira.
Como con el dinero de otros hacen fiesta los devotos...nacionalistas, la Generalitat catalana, que se queja de falta de recursos, tiene previsto abrir otras dos sedes diplomáticas en México y Argentina.
Por supuesto, las relaciones internacionales deberían ser competencia exclusiva del Estado, por la lógica de que esa es una función básica.
También por una lógica económica aplastante: no podemos llenar el mundo de diecisiete embajadas. Casi todas las autonomías tienen oficina en Bruselas. La Xunta de Galicia tiene abierto un garito en Buenos Aires, con visos de oficina electoral partidista pagada con el dinero de todos.
Vender a la opinión pública con que nuestra crisis es un mero efecto reflejo de las subprime norteamericanas es un mero engaño. Sumamos a la crisis del modelo intervencionista, la del modelo político. No hay sociedad que soporte tanto despilfarro. Tanta falta de sentido común. Y hemos llegado al punto de que la sociedad no lo soporta por el pilar fundamental: el económico.
Toda esta mediocre casta política nacionalista nos sale por un ojo de la cara. Tenemos a ayuntamientos, diputaciones, autonomías y Estado central con dificultades, cuando al borde de la quiebra, en plena pelea de gallos por los dineros escasos. Nuestra crisis nos la hemos ganado a pulso.
Alguno dirá que el dinero de esas embajadas es el ‘chocolate del loro’. Bueno, es que el loro es chocolateadicto. Aquí el loro tiene obesidad mórbida.
(Adelanto la próxima publicación de un libro titulado ‘Para enterrar el nacionalismo’)

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