miércoles, 2 de abril de 2008

El grito de la rebelión y ‘El manifiesto de las clases medias’ (III)

Nos encaminamos a una crisis económica que puede conducir a una crisis de civilización. Esa situación va a exigir la concienciación de las clases medias –etapa en la que nos encontramos- y la ulterior movilización. Esta es la crisis que avizoré y de la que avisé en ‘El manifiesto de las clases medias’ (Editorial Rambla). Reproduzco la tercera toma del último capítulo, titulado ‘El grito de la rebelión’:

Cada día se pretende avanzar, y se avanza, en la demolición de los pilares de la civilización occidental, para provocar su crisis. Esos líderes morales han fracasado de medio a medio en su pretendida función social. No son más que mendaces depredadores. Ellos han provocado la ceguera respecto al integrismo y su designio genocida. No sólo fueron incapaces de diagnosticar el riesgo y avisar del peligro, además han provocado el desarme moral de la sociedad y han servido, con sus monsergas multiculturalistas, como caballo de Troya. Mientras nos entretenían con su tediosa obsesión por extender anestesiantes complejos de culpa, tratando de convencernos de que nosotros éramos los bárbaros, éstos no estaban ya ante nuestras fronteras, habían entrado, convivían entre nosotros, alentando un odio infinito. Esos falsos líderes morales, revestidos con harapos de ilustrados, se han convertido en expertos manipuladores de las gentes sencillas, mientras con insidias difunden en el interior de nuestras sociedades abiertas y aventan al mundo entero su anatema: los occidentales son culpables de todo el mal del universo. Es preciso defender lo obvio: el terrorismo –invento genocida del comunismo- surge hoy del fanatismo islámico. Y no hay otro mar de injusticia que el estatista.
Parasitando del Estado, justificando su intromisión en nuestras vidas, penalizando el ejercicio responsable de la libertad, alejan al Estado de sus funciones. Mientras el Estado se dedica a ser empresario del espectáculo o a dar consejos banales de salud o a recomendar ahorros de agua y energía, por la incapacidad de los gestores para dar solución a los problemas reales, las sociedades son más inseguras en su interior y están peor defendidas hacia el exterior.
Más aún, nuestra sociedad abierta no puede sobrevivir desde la debilidad, desde la demolición del valor de la libertad, instalada en la mala conciencia a la que le conducen las castas depredadoras, para soslayar el debate sobre la estricta injusticia de su misma existencia. El socialismo ha de ser erradicado. Su idea fundacional es el exterminio de las clases medias, su práctica habitual es su depredación. Cualquier estrategia a la defensiva sería, en el momento actual, suicida. Es preciso cortar las vías de financiación de las clases parasitarias. Desmantelar sus cuarteles de invierno. Tampoco hay salvación para las clases medias en el conservadurismo. Éste ha agotado su crédito, ha desvelado su farsa de satélite del socialismo, su consenso depredador. Ha generado sus propios políticos profesionales para el festín expoliador. Los partidos tradicionales no sirven. Son el problema y no la solución. La presión sobre ellos ha dejado de ser útil e incluso posible. Las clases medias deben desbordarlos y superarlos.

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