sábado, 12 de abril de 2008

El grito de la rebelión y ‘El manifiesto de las clases medias’ (IV)

Nos encaminamos a una crisis económica que puede conducir a una crisis de civilización. Esa situación va a exigir la concienciación de las clases medias –etapa en la que nos encontramos- y la ulterior movilización. Esta es la crisis que avizoré y de la que avisé en ‘El manifiesto de las clases medias’ (Editorial Rambla). Reproduzco la cuarta, y última toma, del último capítulo, titulado ‘El grito de la rebelión’, en el que se incluyen doce medidas regeneradoras:


Las clases medias sólo pueden confiar en sí mismas. El grito de rebelión está latente por todas partes. Ni la buena educación, ni los argumentos racionales han servido. Al contrario, la situación no hace otra cosa que deteriorarse. Es preciso hoy el grito del resentimiento frente a la injusticia y la depredación institucionalizadas. Sólo así será posible la ruptura radical con el estatismo y la puesta en marcha imparable de la revolución planetaria liberalizadora. Las clases medias, desde su rearme moral, han de ocupar su sitio en la sociedad civil, desalojando a los grupos de presión parasitarios. Han de dejar de financiar a los medios de comunicación que las agreden o las adormecen. No pueden ceder la educación de hijos y nietos al Estado y las castas depredadoras. Las nuevas tecnologías han venido en socorro de las clases medias. Éstas no han de temer a las descalificaciones ni a las etiquetas. Derecha e izquierda son términos geométricos sin significado alguno, en la depredación común. No hay tiempo que perder. Tomar conciencia de la situación es el primer paso para el cambio, es abrir la senda liberadora, es haber empezado a cambiar. Es preciso, es urgente, es imprescindible evitar que el Estado siga siendo el instrumento de la explotación de la mayoría de la sociedad por minorías parasitarias. Las clases medias son la mayoría y pueden y deben ejercer su poder como tal.
Para ello es necesario una serie de medidas, tras la toma democrática del poder, sin ceder ante resistencias, ni pactar con quienes se han acostumbrado a exhibir su capacidad de chantaje. En las sociedades abiertas esas medidas mínimas aplicables son:
1. Erradicación del totalitarismo educativo mediante la puesta inmediata del cheque escolar a las familias.
2. Prohibición legal de todo impuesto progresivo.
3. Abolición de toda penalización al derecho de herencia.
4. Supresión de la financiación estatal a partidos, sindicatos, patronales y cualquier otra organización social.
5. Supresión de toda subvención a fundaciones y las llamadas organizaciones no gubernamentales.
6. Supresión de toda subvención al cine y a cualquier actividad de las denominadas culturales.
7. Constitucionalización del equilibro cero, sin excepción, para cualquier institución política de ámbito local, regional o nacional.
8. Drástica reducción a la mitad del sector político y eliminación de cualquier privilegio de carácter funcionarial.
9. Privatización de las empresas estatales y persecución de los oligopolios.
10. Supresión de las ayudas a agricultura, pesca y ganadería.
11. Supresión de los trasvases de fondos de Gobierno a Gobierno: las ayudas denominadas de cooperación al desarrollo
12. Eliminación del sistema de concesión administrativa en el ámbito de los medios de comunicación.

La adopción de estas medidas eliminará las clases parasitarias, erradicándolas para el futuro, eliminando la explotación mediante la utilización del poder coercitivo del Estado. En vez de la parálisis y la indefensión provocadas por las manos muertas, se abrirá una nueva etapa de dinamismo social y de libertad personal, en la que, de verdad, sin falsedades ni manipulaciones, el libre desarrollo de cada uno será la condición del despliegue de las capacidades de todos.

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