jueves, 3 de abril de 2008

La degradación de lo liberal

El liberalismo había conseguido crédito en España. Fue la corriente central que permitió al PP conseguir el poder y la que impulsó el proceso de privatizaciones que permitió salir de la crisis de 1993. El liberalismo es hoy la solución necesaria. Lo que precisa España es una pasada por el liberalismo para poder sobrevivir a la crisis.
Pero el liberalismo se encuentra hoy desprestigiado. Ha sido llevado a una situación ridícula y mercantilista, de corrupción moral, en una degradación de liberalismo egipcio. Se ha tornado faltón, insultante y simplista. Se mueve en pautas degradadas y degradantes de filias y fobias, de puros fulanismos, de métodos estalinistas y de dialécticas amigo-enemigo que, huyendo de la realidad y aún de la funesta manía de pensar, ha proscrito el imprescindible debate de ideas. No sólo de la derrota del PP, también de este lamentable estado de cosas el culpable es Losantos, un locutor que utiliza técnicas entre tardomaoístas y de patio de colegio, con motes y dicterios puramente sectarios, sin contenido intelectual alguno. Los liberales siempre hemos criticado las ideas y hemos respetado a las personas. La degradación liberal de Losantos pasa por criticar a las personas –y aún difundir el odio hacia ellas- y abominar del debate sobre ideas. La cuestión es que ha creado escuela. Sus hooligans, en número cada vez más menguado, pululan por la red exhibiendo sus malas formas y su pésima educación, amenazando con promover campañas de descrédito y de boicot. Su periódico digital de referencia ha adquirido las trazas de un libelo, en el que las opiniones y las manías son sagradas y los hechos manipulables. Redliberal, que empezó siendo un ámbito de discusión y de divulgación de ideas, es poco menos –con algunas destacables excepciones- que un batiburrillo de toscas consignas y de groseros improperios, mera proyección de las paranoias del gurú.
Cuando el liberalismo es más necesario, cuando la crisis económica corre el riesgo de significar la quiebra del modelo económico y político, y sumirnos en una crisis civilizatoria, el liberalismo chapotea en la irracionalidad fabuladora de la conspiranoia del 11-M y se ridiculiza en pequeñas batallas de salsa rosa histérica, con trasfondo mercantilista. Lo dicho: liberalismo egipcio. Patrañas insustanciales de derecha pagana.

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